Malnutrición en el adulto mayor: señales de alerta y cómo actuar a tiempo

La OMS define la malnutrición como deficiencias, excesos o desequilibrios en la ingesta de energía y/o nutrientes. En la vejez, puede verse como desnutrición, pérdida de peso o fragilidad. Si notas menos apetito, ropa más suelta, debilidad o confusión, no lo normalices: busca valoración médica o nutricional. Un centro día puede apoyar con rutinas de comida, supervisión y acompañamiento, sin sustituir al profesional.
Malnutrición en el adulto mayor

Si estás viendo cambios en su alimentación, tu intuición importa

Para muchas hijas, hijos y/o cuidadores, el primer signo no es “una enfermedad”: es ver que la persona mayor come menos, pierde peso o se apaga en lo cotidiano. Es normal sentir preocupación, culpa o miedo a “exagerar”. Pero estos cambios merecen atención, porque la malnutrición en el adulto mayor no siempre es evidente al inicio y puede afectar la energía, el ánimo y la autonomía. En Hogar Día Mi Casa trabajamos desde un enfoque humano, con acompañamiento diario y respeto por la independencia de la persona mayor.

¿Qué es la malnutrición según la OMS?

De forma general, la OMS describe la malnutrición como deficiencias, excesos o desequilibrios en la ingesta de energía y/o nutrientes. Es decir: no se trata solo de “comer poco”; también incluye situaciones donde la alimentación no cubre lo que el cuerpo necesita o hay un desequilibrio importante.

En personas mayores, una preocupación frecuente es la desnutrición o el riesgo de desnutrición, porque puede aumentar la vulnerabilidad y complicar la recuperación ante enfermedades.

Nota prudente: Este artículo es informativo y preventivo. No reemplaza una consulta médica o nutricional, y no propone dietas ni suplementos.

Malnutrición vs. desnutrición: ¿es lo mismo?

En conversación cotidiana, muchas familias usan “malnutrición” y “desnutrición” como sinónimos. Sin embargo, malnutrición es un término más amplio (incluye deficiencia, exceso o desequilibrio), mientras que desnutrición se asocia más a la falta de energía y nutrientes o a su aprovechamiento insuficiente.

En la práctica, si estás viendo bajo peso en la tercera edad, pérdida de peso involuntaria o problemas de apetito en adultos mayores, lo más útil es no discutir el término, sino buscar una valoración profesional para entender la causa y actuar con seguridad.

¿Por qué puede ocurrir en la vejez?

La malnutrición en la vejez casi siempre es multifactorial: pueden influir cambios del envejecimiento, salud bucal, dificultades para masticar o tragar, enfermedades crónicas, efectos de medicamentos, cambios en el ánimo, soledad o problemas para acceder/preparar alimentos. Lo clave es que no es “pereza” ni “terquedad”: suele haber una razón que se puede identificar y abordar con ayuda profesional.

Además, el contexto emocional importa: muchas personas mayores temen “ser una carga” y pueden minimizar sus síntomas o decir que “están bien”. Ese miedo es real y frecuente.

Señales de alerta que puedes observar (sin equipos médicos)

Estas señales no confirman un diagnóstico, pero sí justifican una conversación y una valoración:

  • Pérdida de peso o “ropa más suelta” en pocas semanas o meses.
  • Menos apetito, saltarse comidas o comer porciones muy pequeñas de forma sostenida.
  • Cansancio inusual, debilidad, menor fuerza al caminar o levantarse.
  • Más caídas, torpeza o pérdida de equilibrio.
  • Cambios en el ánimo: apatía, irritabilidad, tristeza o aislamiento.
  • Recuperación lenta de enfermedades comunes o heridas.
  • Problemas dentales, dolor al masticar, o rechazo a alimentos “difíciles”.

Si la persona mayor tiene deterioro cognitivo o depresión, también puede haber olvido de comidas o baja motivación para comer. En esos casos, la supervisión y la rutina suelen ser un apoyo importante, además de la valoración médica.

Deshidratación en el adulto mayor: un riesgo silencioso

El riesgo de deshidratación en el adulto mayor puede aumentar porque a veces disminuye la sensación de sed, hay limitaciones para servirse líquidos, o se evita tomar agua por miedo a “ir mucho al baño”. La deshidratación puede asociarse a complicaciones como confusión aguda (delirio), infecciones urinarias, estreñimiento y caídas, entre otras.

En vez de imponer “reglas”, suele funcionar mejor hacerlo fácil: ofrecer líquidos con frecuencia, tenerlos a la vista, y revisar con el médico si hay restricciones por condiciones específicas (por ejemplo, insuficiencia cardíaca o renal).

Qué hacer si sospechas malnutrición (pasos realistas y prudentes)

  1. Registra lo que estás viendo (sin obsesionarte): cambios de apetito, ropa que queda grande, cansancio, caídas, cambios de ánimo. Esto ayuda al profesional a orientar la evaluación.
  2. Pide una valoración médica (médico general/geriatría) y solicita orientación para una valoración nutricional con nutricionista-dietista. La malnutrición en el adulto mayor puede ser un signo de otra condición que necesita diagnóstico.
  3. Revisa factores “olvidados” con el profesional: salud dental, dificultad para tragar, cambios del gusto/olfato, estreñimiento, depresión, efectos de medicamentos.
  4. No inicies suplementos por tu cuenta. Si se consideran, que sea con indicación y seguimiento profesional (por seguridad, interacciones y pertinencia).
  5. Busca apoyo social: comer acompañado y en un ambiente tranquilo puede mejorar la adherencia y el ánimo (especialmente cuando hay soledad o desmotivación).

Cómo puede apoyar un centro día (sin sustituir la nutrición clínica)

Un centro día no reemplaza a un médico o nutricionista. Pero sí puede ser un apoyo concreto para la vida diaria, con estructura, observación y compañía—algo especialmente valioso cuando la persona mayor vive sola o pasa muchas horas sin supervisión.

  • Rutinas de comida (horarios estables) y ambiente de mesa tranquilo.
  • Acompañamiento durante las comidas, respetando autonomía y ritmos.
  • Supervisión prudente: notar cambios de apetito, cansancio o rechazo a ciertos alimentos y comunicarlos a la familia.
  • Recordatorios de hidratación y acceso fácil a líquidos, según indicaciones médicas.
  • Componente social: la compañía reduce el aislamiento y puede favorecer el interés por comer y participar.
  • Coordinación con la familia para que la información llegue a la valoración clínica cuando se requiera.

En Hogar Día Mi Casa, la tranquilidad de la familia también importa: el proceso de atención se orienta a resolver dudas, invitar a conocer el lugar y acompañar la decisión con información clara.

Si estás evaluando apoyo diurno en Bogotá, puedes conocer nuestro enfoque y escribirnos desde la página de Contacto. También te puede interesar: Gimnasia cerebral y servicio de gimnasia cerebral en Bogotá.

Prevención prudente en casa (sin dietas ni “recetas milagro”)

La prevención no significa “controlarlo todo”, sino crear condiciones que faciliten una alimentación adecuada y detectar cambios temprano. Algunas ideas generales:

  • Ritmo y estructura: mantener horarios estables y un entorno sin afán.
  • Comer acompañado cuando sea posible: reduce la sensación de soledad y mejora la experiencia.
  • Variedad y calidad: en términos generales, las recomendaciones de la OMS favorecen patrones de alimentación variados con alimentos de origen vegetal, y limitar azúcares libres; aun así, en adultos mayores la indicación debe individualizarse.
  • Seguridad primero: si hay tos al comer, atragantamientos o cambios en la voz después de tragar, consulta (puede requerir evaluación de deglución).
  • Hidratación con criterio: ofrecer líquidos con frecuencia y confirmar con el médico si existe alguna restricción por condiciones clínicas.

Cuándo buscar atención urgente

Busca orientación médica inmediata o acude a urgencias si observas:

  • Confusión súbita, somnolencia marcada o cambios bruscos del estado mental.
  • Incapacidad para hidratarse o retener líquidos, o signos evidentes de deshidratación con empeoramiento rápido.
  • Debilidad extrema, desmayos, caídas repetidas o deterioro acelerado en pocos días.
  • Atragantamientos frecuentes o dificultad importante para tragar.

Estos signos pueden tener múltiples causas. La prioridad es la seguridad y una evaluación clínica oportuna.

Preguntas frecuentes sobre malnutrición en el adulto mayor

¿Qué significa “malnutrición en el adulto mayor” según la OMS?

La OMS describe la malnutrición como deficiencias, excesos o desequilibrios en la ingesta de energía y/o nutrientes. En personas mayores, suele preocupar el riesgo de desnutrición, porque puede afectar fuerza, energía y recuperación. Si notas cambios persistentes en peso, apetito o funcionalidad, lo indicado es una valoración médica y nutricional.

¿La desnutrición en el adulto mayor es “normal” con la edad?

No debería normalizarse. Que una persona mayor “coma menos” puede tener causas tratables (salud bucal, depresión, medicamentos, enfermedad, soledad). Si hay pérdida de peso, debilidad o caída del apetito por semanas, lo más seguro es consultar para identificar el motivo y actuar con acompañamiento profesional.

¿Cuáles son señales de alerta de malnutrición en personas mayores?

Señales frecuentes: pérdida de peso involuntaria, ropa más suelta, menos apetito, cansancio, debilidad, caídas, apatía, aislamiento, y recuperación lenta ante enfermedades. No confirman un diagnóstico, pero sí justifican valoración médica y nutricional, especialmente si aparecen varias al mismo tiempo.

¿Qué relación hay entre malnutrición y deshidratación en el adulto mayor?

Pueden coexistir. La deshidratación puede pasar desapercibida y asociarse a confusión aguda, estreñimiento, infecciones urinarias y caídas. Si la persona evita líquidos o “se le olvida” tomar, conviene reforzar rutinas y consultar al médico, sobre todo si tiene enfermedades que requieran restricciones de líquidos.

¿Puedo darle suplementos nutricionales sin consulta?

Lo más prudente es no hacerlo sin indicación profesional. En adultos mayores pueden existir interacciones con medicamentos o condiciones clínicas que cambian la elección y la dosis. Si el profesional los considera, debe haber seguimiento y objetivos claros, además de revisar causas de fondo (dolor, depresión, problemas de masticación, etc.).

¿Cómo puede ayudar un centro día si hay problemas de apetito en adultos mayores?

Puede apoyar con horarios estables de comida, acompañamiento en mesa, supervisión prudente (detectar cambios y comunicarlos) y un entorno social que mejora el ánimo. Esto no reemplaza la nutrición clínica, pero sí ayuda a que la persona sostenga rutinas y no pase el día sola, lo cual es clave para muchas familias.

Scroll to Top