Las abuelitas: mujeres, madres y compañeras
A la mujer a lo largo de la historia de la humanidad se le ha considerado el “sexo débil”, pero, estudios recientes demuestran que “El hombre es genéticamente más débil que la mujer: padece más enfermedades hereditarias; una de las razones por la cual, la expectativa de vida de la mujer es entre 4% y 12% mayor, según el Instituto Nacional de Estadística.”
Su olfato es más agudo que los hombres, por tanto las mujeres tienen un olfato más, tanto en la diferenciación de olores, como en la detección de olores que a los hombres se les escapan.
Es un ser único en la naturaleza, biológicamente la mujer es sensible, dado que la hormona femenina, los estrógenos, estimulan la sensibilidad y el “espíritu maternal”. Esta cualidad hormonal aumenta sobre todo durante el ciclo menstrual y el embarazo. Hablando de embarazo ellas son las procreadoras de vida y por lo tanto gracias a ellas está asegurada la supervivencia humana.
En la sociedad y como mandato bíblico encontramos que se debe tratar como vaso frágil “vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida”. Son ellas quienes instruyen a sus hijos a lo largo de vida “La mujer sabia edifica su hogar…”
Entonces, nuestras abuelas, son un ejemplo de vida, unas mujeres admirables, luchadoras, que a lo largo de su vida han tenido diferentes roles, primero como hijas, como mujeres, como esposas, madres y ahora abuelas, realizando una vida más que admirable, en la que la tristeza, alegrías, el amor, la esperanza las ha acompañado y han aprendido a dar de ellas, cariño y comprensión para nosotros…
¿Por qué no amarlas? Expresémosles nuestro amor y cariño, llámenoslas, regalémosle un detalle, un abrazo, invitémoslas a cenar a un parque, seamos agradecidos con ese ser que Dios nos ha permito disfrutar durante todos estos años.