1. ¿Por qué hablar de ansiedad en los adultos mayores?
Tal vez te estás preguntando si lo que ves en mamá, papá o en tu familiar mayor es “normal por la edad” o si podría ser ansiedad. Puede que:
- Se preocupe todo el tiempo por cosas pequeñas.
- Llame varias veces al día para saber dónde estás.
- Evite salir porque dice que “le da cosa” o “le da miedo”.
- Tenga más irritabilidad, llanto fácil o cambios bruscos de ánimo.
Al mismo tiempo, tú puedes sentir miedo de que algo le pase cuando está solo, cansancio por la carga del cuidado, culpa por no poder estar 24/7 y preocupación por el futuro. Todo eso es muy humano.
La soledad, los cambios de salud, los duelos y la sensación de “ser una carga” pueden aumentar la ansiedad en la vejez, especialmente cuando la persona se siente sola o aislada.
Importante: este artículo es informativo y no reemplaza una valoración médica o psicológica. Si tienes dudas sobre la salud de tu familiar, lo más seguro es consultar con profesionales de salud.
2. ¿Qué es la ansiedad en los adultos mayores?
La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo y la mente ante algo que se percibe como amenaza o preocupación: puede ser real (un diagnóstico de salud, un cambio grande en la vida) o anticipada (miedo a quedarse solo, a depender de otros, a la muerte).
En los adultos mayores, la ansiedad no siempre se expresa como en los jóvenes. A veces no se habla de “ansiedad”, sino de:
- “Nervios”.
- “Angustia”.
- “Intranquilidad”.
- “Opresión en el pecho”.
- “No sé qué me pasa, pero no estoy bien”.
La clave no es poner una etiqueta, sino entender que esa inquietud constante le genera malestar y puede afectar su calidad de vida, sus relaciones y su salud.
3. ¿Por qué puede aumentar la ansiedad en esta etapa de la vida?
No hay una sola causa. En la mayoría de casos se mezclan varios factores que se van acumulando.
3.1. Cambios en la salud y el cuerpo
- Aparición de enfermedades crónicas (hipertensión, diabetes, artrosis, entre otras).
- Miedo a caerse, a perder movilidad o a depender de otros.
- Cambios en la memoria o la atención que generan preocupación.
Cada cita médica, examen o nuevo medicamento puede vivirse como una amenaza, especialmente si la persona se siente poco acompañada o no entiende bien lo que pasa.
3.2. Pérdidas y duelos
- Fallecimiento de la pareja, hermanos o amigos.
- Salida de los hijos del hogar o migración a otros países.
- Pérdida de roles (ya no trabajar, ya no cuidar, ya no “ser útil”).
Todo esto puede generar miedo al futuro, tristeza y soledad, que muchas veces aparecen disfrazadas de ansiedad.
3.3. Soledad y sensación de ser una carga
Muchos adultos mayores sienten que estorban o que “molestan” cuando necesitan ayuda. Pueden decir:
- “No quiero ser una carga para mis hijos”.
- “Ustedes tienen su vida, yo ya viví la mía”.
- “Mejor no digo nada para no preocuparlos”.
Cuando estas ideas se repiten, aumentan la ansiedad, el silencio y el aislamiento.
3.4. Miedo a perder independencia
Dejar de manejar, necesitar apoyo para bañarse o usar un bastón puede vivirse como una gran pérdida de autonomía.
El mensaje interno puede ser: “Si muestro que necesito ayuda, me van a llevar a un ancianato”. Este miedo hace que muchas personas oculten síntomas y preocupaciones.
4. Señales de ansiedad en los adultos mayores en el día a día
No todas las personas mayores muestran la ansiedad de la misma forma. Estas son señales que vale la pena observar con calma.
4.1. Señales emocionales
- Preocupación constante, incluso por detalles pequeños.
- Miedo intenso a quedarse solo o a que “algo malo” ocurra.
- Irritabilidad o enojo fácil.
- Llanto frecuente o dificultad para calmarse.
- Comentarios pesimistas: “todo va a salir mal”, “yo no sirvo para nada”.
4.2. Señales físicas
- Sensación de “nudo en el estómago” u “opresión en el pecho”.
- Palpitaciones, sudoración, temblor o sensación de falta de aire sin causa médica clara.
- Dificultad para conciliar o mantener el sueño.
- Cansancio constante, incluso con actividades sencillas.
- Tensión muscular, dolores de cabeza o molestias digestivas frecuentes.
Siempre es importante descartar causas médicas (corazón, respiración, efectos secundarios de medicamentos, etc.) con un profesional de salud.
4.3. Cambios en el comportamiento
- Evitar salir de casa por miedo o inseguridad.
- Dejar de hacer actividades que antes disfrutaba.
- Llamadas o mensajes constantes para confirmar dónde estás.
- Necesidad de que todo esté “bajo control” o exactamente igual todos los días.
- Dificultad para tomar decisiones simples por temor a equivocarse.
Si varias de estas señales se mantienen durante semanas y afectan el funcionamiento diario, es momento de buscar ayuda.
5. ¿Cuándo es momento de buscar ayuda profesional?
No se trata de que cualquier preocupación sea un “trastorno de ansiedad”. Pero sí hay momentos donde es más seguro pedir apoyo profesional (médico general, geriatra, psiquiatra, psicólogo con experiencia en adultos mayores):
- Cuando la preocupación es tan intensa que interfiere con el sueño, el apetito o las actividades diarias.
- Cuando el miedo hace que la persona deje de salir o se aísle casi por completo.
- Cuando aparecen síntomas físicos intensos que podrían confundir ansiedad con problemas cardiacos o respiratorios.
- Cuando expresa ideas recurrentes de no querer vivir, de que “sería mejor no estar” o de que no vale la pena seguir.
En estos casos, lo más responsable es buscar atención médica prioritaria, hablar con claridad pero con cariño y acompañar en el proceso de citas y exámenes.
6. ¿Cómo acompañar a un adulto mayor con ansiedad desde la familia?
No necesitas ser psicólogo para ayudar. Hay gestos cotidianos que pueden marcar una gran diferencia para tu familiar.
6.1. Escucha sin minimizar
Evita frases como:
- “No es para tanto”.
- “A tu edad ya deberías estar tranquila”.
- “Eso son inventos tuyos”.
En su lugar, puedes decir:
- “Entiendo que lo que sientes es muy incómodo”.
- “Tiene sentido que te sientas así después de todo lo que has vivido”.
- “Estoy aquí para escucharte, cuéntame qué te preocupa”.
6.2. Habla con claridad y calma
- Explica los cambios o decisiones familiares con palabras sencillas.
- Evita dar demasiada información de golpe.
- Habla despacio, mirando a los ojos y verificando si entendió.
6.3. Crea rutinas que den seguridad
La rutina reduce la incertidumbre, que alimenta la ansiedad. Ayuda que la persona sepa qué va a pasar durante el día.
- Horarios claros para levantarse, alimentarse y tomar medicamentos.
- Actividades previstas (paseo corto, lectura, juegos, ejercicios suaves).
- Quién la acompañará y a qué hora regresará a casa.
Puedes usar un calendario visible, una pizarra o una agenda sencilla para recordar la rutina.
6.4. Mantén espacios de decisión y autonomía
Aunque necesite más apoyo, es importante que la persona mayor siga teniendo voz y poder de decisión en su día a día:
- Pregúntale qué ropa quiere usar.
- Déjale elegir entre dos opciones de comida o actividad.
- Inclúyela en las conversaciones sobre su cuidado.
Esto reduce la sensación de ser un “objeto de cuidado” y fortalece su autoestima.
7. Cuando el cuidador también siente ansiedad y cansancio
La ansiedad no solo afecta al adulto mayor. El cuidador principal (muchas veces una hija que trabaja, tiene familia propia y además acompaña a mamá o papá) también puede vivir:
- Cansancio físico y mental.
- Culpa por no poder estar “todo el tiempo”.
- Miedo al futuro económico y de salud.
- Dificultad para desconectarse incluso cuando la persona está aparentemente bien.
Esta combinación de responsabilidades y emociones puede generar ansiedad en el cuidador y, si se suma a la ansiedad del adulto mayor, el ambiente en casa se vuelve muy tenso.
Reconocerlo no es egoísmo; es un acto de cuidado hacia ti y hacia tu familiar.
7.1. Señales de que tú, como cuidador, necesitas apoyo
- Sientes que vives en “modo alerta” todo el día.
- Te cuesta dormir pensando en qué podría pasar.
- Te irritas con facilidad y te sientes culpable después.
- Has dejado de hacer casi todas tus actividades personales.
- Sientes que el cuidado de tu familiar es una carga que ya no puedes sostener sola.
En estos casos, busca formas de alivianar la carga: conversar con otros familiares para repartir responsabilidades, explorar apoyos externos (centro día, cuidadores por horas) y, si está a tu alcance, buscar acompañamiento psicológico para ti.
Recordar que tú también necesitas descansar no te hace mala hija ni mal cuidador; te hace humano.
8. Cómo puede ayudar un centro día con la ansiedad y el estrés
Un centro día no es un ancianato: es un espacio donde la persona mayor pasa el día acompañada, activa y protegida, y regresa a casa cada tarde, manteniendo su vínculo con la familia y su sensación de hogar.
En un lugar como Hogar Día Mi Casa, en Bogotá, esto se traduce en:
8.1. Rutina, compañía y actividades significativas
- Jornadas con horarios claros (llegada, alimentación, actividades, descanso).
- Actividades grupales que estimulan el cuerpo y la mente (talleres, manualidades, música, juegos, ejercicios y estimulación cognitiva adaptada).
- Espacios para conversar, reír, compartir historias y construir nuevas amistades.
Todo esto ayuda a reducir la sensación de soledad, distraer la mente de preocupaciones constantes y fortalecer la autoestima de la persona mayor.
8.2. Tranquilidad para la familia y el cuidador
Mientras tu familiar está en el centro día:
- No está solo en casa.
- Está acompañado por un equipo que conoce las rutinas y necesidades de las personas mayores.
- Tú puedes trabajar, hacer diligencias o simplemente descansar con menor ansiedad.
Desde el primer contacto, el centro puede orientarte, escuchar tus dudas y acompañarte paso a paso en el proceso de decisión.
8.3. Complemento, no reemplazo, de la atención médica
El centro día no sustituye la valoración de un médico, psicólogo o psiquiatra. Lo que ofrece es:
- Un entorno diario de compañía, estructura y actividades.
- Un apoyo real para disminuir la soledad y el estrés.
- Un respiro concreto para la familia cuidadora.
9. Plan sencillo de acción para los próximos 7 días
Para que esta guía no se quede solo en teoría, aquí tienes un pequeño plan práctico que puedes adaptar a tu realidad:
-
Día 1–2: Observar con calma.
Anota qué señales de ansiedad ves en tu familiar (emocionales, físicas, de comportamiento) y en ti como cuidador. -
Día 3: Hablar con cariño.
Elige un momento tranquilo y conversa: “Me he dado cuenta de que te sientes muy intranquilo(a). Me importa cómo te sientes y quiero que busquemos juntos la forma de que estés mejor”. -
Día 4–5: Consultar a un profesional de salud.
Si los síntomas son frecuentes o intensos, agenda una cita con médico general o geriatra. Lleva tus notas. -
Día 6: Revisar apoyos disponibles.
Explora alternativas de apoyo: centro día, familiares que puedan ayudar, cuidadores por horas, grupos de apoyo para cuidadores. -
Día 7: Darte permiso para cuidarte.
Reserva un espacio solo para ti (aunque sean 30 minutos) para descansar, caminar, leer o hacer algo que te recargue. Tu bienestar también es parte del cuidado de tu familiar.
10. Preguntas frecuentes sobre ansiedad en adultos mayores
¿La ansiedad es “normal” en la vejez?
Es frecuente, pero no por eso debe ignorarse. La vejez trae cambios que pueden aumentar la preocupación, pero sentir ansiedad intensa y sostenida no es algo que la persona tenga que “aguantar” sin apoyo. Buscar ayuda es un acto de cuidado, no de debilidad.
¿Qué profesional debe valorar a mi familiar?
Lo ideal es empezar con un médico general o geriatra para descartar causas físicas y revisar medicaciones. Según el caso, pueden recomendar apoyo de psicología o psiquiatría, siempre adaptado a la edad y a la realidad del adulto mayor.
¿Un centro día es lo mismo que un ancianato?
No. En un centro día la persona mayor pasa el día en un entorno de compañía, actividades y cuidado, y regresa a casa en la tarde. Mantiene su hogar, su barrio y sus rutinas familiares, pero con un acompañamiento diurno que reduce la soledad y el aislamiento.
¿Cómo saber si mi familiar se adaptaría a un centro día?
Puede beneficiarse si pasa muchas horas solo y se aburre, ha perdido interés en actividades que antes disfrutaba, te llama con frecuencia por miedo o preocupación cuando estás trabajando o tú sientes que necesitas ayuda para “no hacerlo todo solo(a)”. Lo más recomendable es agendar una visita, conocer el espacio y permitir que viva la experiencia antes de tomar cualquier decisión.
11. Si estás en Bogotá y quieres dar el siguiente paso
Si sientes que tu familiar mayor vive con ansiedad, soledad o mucha preocupación, y tú como cuidador también estás al límite, no tienes que manejarlo todo en silencio.
En Hogar Día Mi Casa, en Bogotá, ofrecemos un espacio de compañía, actividades y cuidado diurno para que la persona mayor se sienta acompañada y tú tengas más tranquilidad para organizar tu día.
Puedes agendar una visita al centro para conocer cómo funciona un día típico, escribirnos o llamarnos para resolver tus dudas y saber si este tipo de apoyo es adecuado para tu familia.
Recuerda: cuidar a quien quieres también incluye cuidarte a ti. Un centro día puede ser un aliado valioso para manejar la ansiedad, tanto en los adultos mayores como en sus cuidadores.
