Enfermedades más comunes en el adulto mayor: guía tranquila para entender qué vigilar

En la vejez es normal que aumente el riesgo de ciertas enfermedades (cardiovasculares, metabólicas, osteoarticulares, cognitivas, sensoriales, emocionales, entre otras). Esto no significa que todas las personas mayores vayan a enfermarse igual, pero sí que conviene estar atentos a cambios físicos, de ánimo o de memoria y mantener controles médicos regulares. Esta guía te orienta para saber qué vigilar, cuándo consultar y cómo puede ayudar un centro día como apoyo en el cuidado diario, sin sustituir a los profesionales de salud.
Enfermedades más comunes en el adulto mayor

1. Por qué algunas enfermedades son más frecuentes en la vejez

A medida que pasan los años, el cuerpo va cambiando:

  • El sistema cardiovascular se vuelve más rígido y trabaja con más esfuerzo.
  • El metabolismo se hace más lento y es más fácil ganar peso o descompensarse.
  • Los huesos y músculos pierden densidad y fuerza.
  • El cerebro y los sentidos (vista, oído) también cambian.
  • Es más fácil que aparezcan varias enfermedades al mismo tiempo (lo que se conoce como comorbilidad).

Nada de esto significa que envejecer sea lo mismo que enfermarse, pero sí explica por qué ciertas categorías de enfermedades son más frecuentes en el adulto mayor y por qué se requiere un seguimiento médico más constante.

Si tú eres hija, hijo o cuidador, entender estas categorías te ayuda a:

  • Reconocer señales tempranas de alerta.
  • Acompañar mejor a tu mamá, papá o familiar mayor.
  • Organizar controles médicos y revisiones periódicas.
  • Buscar apoyos complementarios (actividad física adaptada, estimulación cognitiva, centro día, apoyo emocional, etc.).

2. Enfermedades cardiovasculares: corazón y circulación

Las enfermedades cardiovasculares son de las más frecuentes en el adulto mayor. Dentro de este grupo suelen incluirse problemas como la hipertensión arterial, la enfermedad del corazón, la insuficiencia cardiaca o los accidentes cerebrovasculares.

En esta guía no vamos a entrar en diagnósticos ni tratamientos específicos, porque eso corresponde al médico. Lo que sí es importante es que sepas qué tipo de señales generales conviene vigilar:

  • Falta de aire al hacer esfuerzos pequeños o incluso en reposo.
  • Hinchazón de piernas o tobillos.
  • Dolor o presión en el pecho, cuello o mandíbula.
  • Cansancio extremo sin causa aparente.
  • Mareos frecuentes o desmayos.

Si tú o tu familiar tienen un diagnóstico cardiovascular, es habitual que el equipo médico recomiende:

  • Llevar controles regulares de presión arterial.
  • Asistir a controles cardiológicos según indique el médico.
  • Cumplir los medicamentos tal como fueron formulados (sin suspenderlos por cuenta propia).

3. Enfermedades metabólicas y endocrinas: azúcar, colesterol y hormonas

Otra gran categoría de enfermedades frecuentes en el adulto mayor incluye:

  • Diabetes tipo 2.
  • Alteraciones del colesterol y triglicéridos.
  • Algunos trastornos de la tiroides (por ejemplo, hipotiroidismo).

Estos problemas afectan el metabolismo del cuerpo y, cuando no se controlan, pueden dañar lentamente otros órganos como el corazón, los riñones, los ojos o los nervios.

Señales generales que deberían llamar tu atención:

  • Sed excesiva y aumento o disminución marcada de la orina.
  • Cambios rápidos de peso sin explicación clara.
  • Mucho cansancio, sueño excesivo o dificultad para concentrarse.
  • Cambios de apetito importantes.

En personas mayores con estas enfermedades, los médicos suelen indicar:

  • Controles periódicos de glicemia (azúcar en sangre) y perfil de grasas en la sangre, según protocolos de su servicio de salud.
  • Revisiones de ojos, riñones y pies, de acuerdo con el criterio del profesional tratante.
  • Revisión periódica de la medicación, especialmente si hay otros tratamientos para el corazón, la presión, etc.

Como cuidador o familiar, es clave no cambiar las dosis por tu cuenta y avisar al médico si notas cambios en el comportamiento, apetito, peso o estado de ánimo.

4. Enfermedades osteoarticulares y musculoesqueléticas: huesos, articulaciones y fuerza

Con la edad, los huesos y articulaciones se vuelven más frágiles y los músculos pierden masa. Entre las situaciones más frecuentes están:

  • Artrosis (desgaste de las articulaciones, especialmente rodillas, caderas, manos y columna).
  • Osteoporosis (huesos más frágiles, con mayor riesgo de fracturas).
  • Sarcopenia (pérdida de masa y fuerza muscular).

Estas condiciones suelen manifestarse como:

  • Dolor articular, rigidez al levantarse o al iniciar el movimiento.
  • Dificultad para subir escaleras, levantarse de una silla o caminar largas distancias.
  • Caídas frecuentes o sensación de “inseguridad” al caminar.

¿Por qué es tan importante el seguimiento?

  • Porque las caídas en el adulto mayor pueden generar fracturas de cadera, muñeca o columna, que a su vez aumentan el riesgo de pérdida de independencia.
  • Porque el dolor crónico afecta el ánimo, el sueño y la calidad de vida.

El médico puede indicar ejercicios específicos, fisioterapia, cambios en el entorno (barras de apoyo, mejor iluminación) y, en algunos casos, medicamentos. El rol de la familia y del centro día es apoyar para que la persona siga activa, con movimiento adaptado y seguro, evitando el sedentarismo extremo.

5. Deterioro cognitivo y trastornos neurológicos

En el adulto mayor también aumenta el riesgo de cambios en la memoria, la atención y otras funciones del cerebro. En términos generales, pueden aparecer:

  • Deterioro cognitivo leve.
  • Distintos tipos de demencia.
  • Algunas enfermedades neurológicas, como la enfermedad de Parkinson.

No todas las personas mayores desarrollan una demencia, pero sí es clave reconocer señales que indican la necesidad de una valoración profesional:

  • Olvidos que interfieren con la vida diaria (por ejemplo, olvidar citas médicas, pagos, pasos de tareas rutinarias).
  • Repetir varias veces la misma pregunta en poco tiempo.
  • Dificultad para encontrar palabras habituales o para seguir una conversación.
  • Desorientación en lugares conocidos (no saber volver a casa, perderse en el barrio).
  • Cambios bruscos de comportamiento, irritabilidad o desconfianza sin causa clara.

Ante estos signos, lo más prudente es:

  • Buscar una valoración médica (generalista, geriatra, neurólogo, o quien corresponda en tu servicio de salud).
  • Evitar etiquetar al adulto mayor (“ya tiene demencia”) sin un diagnóstico profesional.
  • Organizar apoyos para la vida diaria: rutinas más claras, recordatorios, compañía y, cuando corresponda, espacios de estimulación cognitiva como talleres de memoria en centros día.

Si te interesa profundizar en este tema, más adelante podrás consultar una guía específica sobre cambios de memoria y deterioro cognitivo en el adulto mayor.

6. Salud mental: depresión, ansiedad, soledad y duelo

No todas las enfermedades del adulto mayor son físicas. La salud emocional también es clave, especialmente en personas que:

  • Han enviudado recientemente.
  • Tienen hijos viviendo en otra ciudad o en otro país.
  • Han perdido amigos o redes de apoyo.
  • Han dejado de trabajar y sienten que ya no son útiles.

En este contexto, son frecuentes:

  • Depresión en el adulto mayor (tristeza persistente, pérdida de interés, cambios de apetito, problemas de sueño).
  • Ansiedad (preocupación excesiva, palpitaciones, sensación de ahogo, insomnio).
  • Procesos de duelo que pueden volverse muy difíciles de manejar en soledad.

Señales de alerta en la salud emocional:

  • Tristeza casi todos los días durante varias semanas.
  • Comentarios como “ya no vale la pena seguir” o “soy una carga para todos”.
  • Aislamiento (no querer salir, ni hablar por teléfono, ni recibir visitas).
  • Cambios bruscos de apetito o sueño.

En estos casos, además del apoyo de la familia, es muy importante consultar con el médico para valorar la necesidad de:

  • Atención en salud mental (psicología, psiquiatría u otros profesionales que tu EPS o seguro de salud disponga).
  • Grupos de apoyo, actividades sociales, espacios de escucha y compañía.

Un centro día puede aportar mucho en este punto: la compañía cotidiana, las actividades significativas y las relaciones de amistad ayudan a mejorar el estado de ánimo, pero nunca reemplazan la atención profesional cuando esta es necesaria.

7. Enfermedades respiratorias e infecciones frecuentes

En la vejez, el sistema respiratorio también se hace más vulnerable. Pueden presentarse enfermedades respiratorias crónicas, crisis de asma en algunas personas y, además, infecciones respiratorias como neumonías o gripes fuertes.

Algunas señales de alerta que conviene vigilar:

  • Tos persistente que dura varias semanas.
  • Falta de aire al caminar distancias cortas.
  • Silbidos al respirar.
  • Fiebre, escalofríos o cambios llamativos en la mucosidad o flemas.

En personas mayores, una infección respiratoria puede complicarse más rápido que en un adulto joven. Por eso es clave no automedicarse y buscar atención médica si hay fiebre prolongada, dificultad para respirar o decaimiento marcado.

8. Sentidos, digestivo y nutrición: lo que a veces pasa desapercibido

8.1. Visión y audición

Con la edad, la visión y la audición pueden deteriorarse de manera progresiva. Es frecuente que aparezcan:

  • Pérdida progresiva de audición.
  • Problemas de visión, como dificultad para ver de cerca o de lejos.

Cuando ver u oír bien se vuelve difícil, aumenta el riesgo de:

  • Caídas.
  • Aislamiento social (la persona deja de participar en conversaciones porque no escucha o no ve bien).
  • Confusiones o malentendidos.

Por eso los controles con oftalmología y audiología suelen ser recomendados en esta etapa de la vida, según lo indique el médico tratante.

8.2. Digestivo y malnutrición

En el adulto mayor también pueden aparecer problemas digestivos y de nutrición, como:

  • Estreñimiento frecuente, gastritis o reflujo.
  • Pérdida de peso involuntaria o, al contrario, aumento significativo de peso.
  • Desnutrición o mala alimentación, a veces por falta de apetito, problemas para masticar o vivir solo.

En estos casos conviene consultar con el médico y, si es necesario, con nutrición, para:

  • Ajustar la dieta a la realidad de la persona.
  • Prevenir la deshidratación y la desnutrición.
  • Adaptar la consistencia de los alimentos cuando hay dificultad para masticar o tragar.

Más adelante podrás encontrar una guía específica sobre malnutrición y alimentación en el adulto mayor, pensada para complementar esta información.

9. Comorbilidad y fragilidad: cuando se juntan varias enfermedades

En la práctica, muchas personas mayores no tienen una sola enfermedad, sino varias al tiempo. A eso se le llama comorbilidad. Por ejemplo:

  • Hipertensión + diabetes + artrosis.
  • Enfermedad cardíaca + depresión + deterioro cognitivo leve.

Cuando estas condiciones se suman, la persona puede volverse más frágil, es decir:

  • Se cansa más fácil.
  • Pierde peso y fuerza.
  • Necesita más apoyo para actividades cotidianas (baño, vestido, alimentación, manejo de medicamentos).

En estos casos es especialmente importante:

  • Que el médico coordine los tratamientos para evitar interacciones entre medicamentos y duplicidades.
  • Llevar una lista actualizada de medicamentos para mostrarla en cada consulta.
  • Estar atentos a cambios bruscos (confusión, caídas, pérdida súbita de apetito o movilidad).

Si te interesa entender mejor este tema, en otra guía podrás profundizar en enfermedades crónicas y comorbilidades en el adulto mayor.

10. Cómo puedes acompañar mejor como hija, hijo o cuidador

Si tú cuidas a una persona mayor (o eres tú mismo quien está envejeciendo), estos pasos pueden ayudarte en el día a día:

  1. Organiza controles periódicos.
    • Habla con el médico sobre la frecuencia recomendada según las enfermedades que ya existan.
    • Lleva un cuaderno o nota en el celular con los diagnósticos importantes y medicamentos.
  2. Observa cambios, sin obsesionarte.
    • Cambios en el ánimo, el sueño, el apetito, la memoria o la movilidad merecen atención, sobre todo si son nuevos o se mantienen en el tiempo.
    • Anota cuándo empezaron y en qué situaciones se notan más.
  3. Evita automedicar.
    • No cambies dosis ni suspendas medicamentos sin hablar con el médico.
    • Cuidado con remedios caseros o suplementos que puedan interferir con los tratamientos.
  4. Cuida también tu salud como cuidador.
    • El cansancio, el estrés y la ansiedad del cuidador también son reales.
    • Buscar apoyo (familia, amigos, grupos o espacios de respiro) es una forma de cuidar mejor.
  5. Habla con la persona mayor desde el respeto.
    • Escucha sus miedos y deseos, no solo lo que “toca hacer”.
    • Explícale qué propone el médico y pregúntale qué opina.
    • Recuerda que la mayoría de personas mayores quieren mantener su independencia tanto como sea posible.

11. ¿Cómo ayuda un centro día como Hogar Día Mi Casa?

Un centro día no es un hospital ni un ancianato. Es un espacio al que la persona mayor asiste durante el día para:

  • Estar acompañada y sentirse parte de un grupo.
  • Participar en actividades físicas suaves y adaptadas.
  • Recibir estimulación cognitiva y ejercicios para mantener la mente activa.
  • Compartir conversaciones, juegos, talleres y momentos agradables.

Al final de la tarde, la persona regresa a su casa, manteniendo su independencia y su vínculo con la familia.

En el contexto de las enfermedades más comunes del adulto mayor, un centro día puede apoyar en:

  • Observar cambios cotidianos (tristeza, caídas frecuentes, olvidos llamativos, aislamiento).
  • Avisar a la familia cuando se perciben señales que ameriten consulta médica.
  • Favorecer la actividad física y mental de forma segura, lo cual actúa como apoyo en prevención y mantenimiento de la salud.
  • Reducir la sensación de soledad, que muchas veces empeora tanto los síntomas físicos como los emocionales.

Es importante recalcar que el centro día:

  • No reemplaza al médico, a la EPS ni a los servicios de urgencias.
  • Es un acompañamiento complementario que mejora la calidad de vida de la persona mayor y da tranquilidad a la familia.
  • Siempre debe trabajar en coordinación con las recomendaciones de los profesionales de salud que atienden a tu familiar.

Si quieres conocer cómo funciona nuestro servicio de centro día, puedes visitar: Guardería para adultos mayores en Bogotá.

Preguntas frecuentes sobre enfermedades en el adulto mayor

¿Cuándo debo consultar al médico si noto cambios en la salud de mi familiar mayor?

Debes consultar al médico siempre que notes cambios que aparecen de forma repentina (confusión, dificultad para hablar, caída, dolor fuerte), que se mantienen varios días seguidos sin mejoría (fiebre, tos persistente, decaimiento extremo) o que interfieren con la vida diaria (dificultad para caminar, para vestirse, para manejar el dinero o las medicinas).

Ante cualquier duda, es más seguro consultar a tiempo que esperar a que el problema empeore. En caso de síntomas intensos o de alarma (dificultad para respirar, dolor fuerte en el pecho, signos de derrame cerebral), lo indicado es acudir a los servicios de urgencias.

¿Qué señales de alarma debo vigilar en un adulto mayor?

Además de los cambios ya mencionados en el artículo, es importante estar alerta si notas:

  • Cambios bruscos en el ánimo o en la conducta.
  • Pérdida de peso importante sin explicación clara.
  • Caídas repetidas o dificultad nueva para caminar.
  • Dificultad para reconocer personas cercanas o lugares conocidos.
  • Cambios llamativos en el color de la piel (muy pálida, morada en labios o uñas).

Estas señales no significan por sí solas un diagnóstico específico, pero sí indican que el médico debe valorar a la persona para descartar o confirmar problemas de salud.

¿Un centro día reemplaza al médico, la EPS o el especialista?

No. Un centro día es un apoyo complementario:

  • Acompaña a la persona mayor en su rutina diaria.
  • Ofrece actividades de estimulación, socialización y movimiento.
  • Puede ayudar a detectar cambios y comunicar a la familia lo que se observa.

Sin embargo:

  • Los diagnósticos, exámenes, medicamentos y tratamientos siempre deben ser definidos por médicos u otros profesionales de salud.
  • Las urgencias médicas deben atenderse en servicios de salud, no en el centro día.
¿Cada cuánto es recomendable un chequeo médico general en la vejez?

La frecuencia exacta debe definirla el médico según la situación de cada persona. En muchos casos, los profesionales recomiendan al menos:

  • Un control general anual, cuando la persona está estable y sin muchas enfermedades previas.
  • Controles más frecuentes si existen enfermedades crónicas (por ejemplo, hipertensión, diabetes, enfermedades cardíacas) o si se han presentado cambios importantes recientemente.

Lo más importante es seguir las indicaciones del médico tratante y no dejar pasar los controles programados.

Recuerda: estas respuestas son orientativas y no sustituyen la valoración ni las indicaciones de los profesionales de salud que conocen la historia clínica de tu familiar.

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